Coronas de laurel, un caballo en el Senado y la nariz de Justiniano / Pedro Huertas ; prólogo, Ad Absurdum
Por: Huertas, Pedro
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Colaborador(es): Absurdum, Ad [pról.]
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Tipo de material: 



Tipo de ítem | Ubicación actual | Signatura | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Biblioteca Dr. Alejandro Herrera Rodríguez Sala III-I-B | 929.731 H887c 2022 (Navegar estantería) | Disponible | BAHR23120047 |
Bibliografía: páginas 175-182.
Notas: páginas 183-185
Mapas -- Genealogías y cronología -- Prólogo -- Introducción: Escribiendo la historia -- 1. Un caso práctico: los reyes son los padres -- 2. Los Juio-Claudios: el origen de todas las cosas -- 3. El año de los cuatro emperadores -- 4. ¿Algunos hombres buenos? La dinastía Ulpio-Aelia -- 5. Los severos y la "crisis" del siglo III -- 6. ¿Y después de los Severos? -- 7. De Rómulo a Rómulo -- 8. Bonus track: hasta lo bizantino y más alla -- Agradecimientos -- Bibliografía -- Notas.
En la contracubierta
Descubre las historias más fascinantes del imperio romano.
Desde que Augusto se convirtió en emperador de Roma tras su victoria en la batalla de Accio en el año 31 a.?C. hasta que Alarico depuso a Rómulo Augústulo en el 476 d.?C., el Imperio romano fue una de las fuerzas más formidables del planeta y sus emperadores, los monarcas que controlaban los destinos de millones de personas. Pero había un pequeño problema, y es que… ¡estaban locos estos romanos! Descubre las intrigas palaciegas y los desmanes de los emperadores más conocidos de Roma y también de aquellos que, injustamente, no han pasado a la historia, desde los folletines familiares de los Julio-Claudios hasta la crisis militar del siglo III o el estrambótico Imperio bizantino, toda la historia romana como nunca te la habían contado.
Con un estilo informal y cercano, Pedro Huertas, uno de los divulgadores de historia antigua más exitosos del momento, nos mete de cabeza en el fabuloso mundo del Imperio romano, para descubrir y disfrutar con las vidas e historias de sus emperadores.
¡Abróchate las sandalias, legionario, que nos vamos a Roma!
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